La mirada de

Anita

la de Prada

Vallinadosa,

1956

Los que saben bien lo del tiempo, son los animales, la gente, no sabemos nada.

Anita nació en 1956 en Vallinadosa, un pequeño pueblo montañoso de la parroquia de Santa Coloma (Allande). Desde su infancia, recuerda la vida sin electricidad, ni comodidades modernas, con largos caminos a pie hasta la escuela y juegos simples al aire libre. Creció junto a dos hermanas, en una familia que dependía de la labranza y del ganado. Vallinadosa, aunque remoto y ya prácticamente abandonado, fue su primer hogar antes de mudarse a Santullano.

Con el paso de los años, Anita trabajó en ganadería, en una panadería y en diversas casas realizando las labores domésticas. A pesar de haber experimentado momentos difíciles, como la pérdida de su esposo, encontró en el trabajo y la constancia un modo de vida que le permitió sacar adelante a su familia. Además, menciona con orgullo el cuidado de las abejas y la producción de miel, actividades que la conectaron aún más con la naturaleza y los ciclos de su entorno rural.

Anita destaca las tradiciones y la autosuficiencia que caracterizaban a su generación, en contraste con la vida moderna que percibe como más carente de valores y de contacto humano. Aunque el mundo ha cambiado, ella conserva el aprecio por una vida sencilla, labrada a través del esfuerzo y en comunidad, donde las labores del campo y la observación de la naturaleza enseñaban mucho más que cualquier tecnología.

Conversamos en

el día 22/08/2024

durante 35 minutos.

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