Las Estrellas y el Lucero tienen una gran porfía, unos quieren noche y otras quieren día.
Julia nació el 1 de junio de 1916 en Villarpedre, un pequeño pueblo del Concejo de Grandas de Salime (Asturias). Su infancia estuvo marcada por la vida en el campo, rodeada de labores agrícolas y el cuidado del ganado. Desde muy joven, ayudaba a sus padres y abuelos en la tierra, aprendiendo a sembrar y cosechar según las diferentes épocas del año. Recuerda su infancia llena de juegos sencillos en el pueblo, ir de forma esporádica a la escuela, donde los estudios eran interrumpidos por las tareas familiares y del campo.
A lo largo de su vida, Julia experimentó tanto momentos de prosperidad como de dificultad. Se casó con un hombre que había emigrado a Cuba y regresó con dinero suficiente para comprar una finca y construir una casa en San Salvador del Valledor. Con muchas dificultades por la guerra que afectaron sus propiedades y a su estabilidad. A pesar de todo, Julia continuó trabajando la tierra y cuidando del ganado, adaptándose a la escasez de recursos con el apoyo de su familia y su esfuerzo personal.
A sus 108 años, Julia mantiene vivos los recuerdos de un estilo de vida en el que la observación de la naturaleza y la sabiduría popular eran esenciales. Recuerda con cariño las fiestas del pueblo y los refranes sobre el tiempo, que formaban parte de la vida cotidiana en las comunidades rurales de Asturias y es la única protagonista de Miradas al cielo que, hasta el momento, sin dudarlo nos citó de carrerilla un refrán sobre el cielo y las estrellas, guardado en su mirada y en su memoria.