Lo único que ibas aprendiendo era de la gente.
Arturo nació en 1943 en Berducedo, en una familia dedicada a la sastrería, Casa Xastre. Sus padres se mudaron para abrir un negocio de confección en un pequeño pueblo, donde pasaron muchas dificultades, especialmente debido a los problemas de salud de su padre. Desde niño, Arturo creció en una comunidad en la que los niños gozaban de gran libertad, ayudando en tareas del campo y enfrentando los miedos propios de la naturaleza que los rodeaba, como el temor a lobos. Sus recuerdos incluyen la vida sencilla y autosuficiente de la época, en la que la comida provenía de la agricultura y el trabajo comunitario era parte fundamental de la vida en el pueblo.
Al crecer, comenzó a trabajar como sastre, siguiendo los pasos de su padre, y continuó en el negocio hasta sus 30 años. Sin embargo, finalmente decidió dedicarse a la ganadería, fascinado por las vacas pintas, que no eran comunes en ese momento en la zona. Esta transición le permitió mantenerse en el pueblo y dedicarse a lo que le gustaba, contribuyendo a la economía familiar de forma sostenible. A lo largo de los años, Arturo fue testigo del cambio en el comercio local y del impacto de la despoblación en el Concejo.
Recuerda con cariño la solidaridad que caracterizaba a su comunidad en aquellos tiempos. La gente colaboraba en tareas como la cosecha del trigo, donde todos ayudaban, fortaleciendo los lazos entre vecinos. Las celebraciones tradicionales, como la Ferina y el Ferión, llenaban de vida al pueblo y eran algunos de los momentos más importantes del año. A pesar del paso de los años, Arturo conserva un fuerte sentido de pertenencia y valora profundamente la cultura y el espíritu colaborativo que definían su vida en el pueblo.